LIBRO: "Y EL GEN DESPERTO" - AUTOR: DOCTOR ROBERTO AQUILANO (ASTROFÍSICO).
IMPORTANCIA DE LA ENZIMA TELOMERASA EN LOS VUELOS ESPACIALES
ARTÍCULO COMPLETO EN "NATURE COMMUNICATIONS"
https://www.nature.com/articles/s41467-023-41510-4
RESUMEN:
IMPORTANCIA DE LA ENZIMA TELOMERASA EN LOS
VUELOS ESPACIALES
Resumen:
¿Es la gravedad de la
Tierra lo que nos hace envejecer? ¿Es la microgravedad una posible solución? No
lo sabemos, pero si sabemos que alejarnos de la gravedad terrestre parece
propicio para detener el proceso, por lo que envejecer parece ser un fenómeno
local. Hace poco tiempo, realizamos experimentos en la Estación Espacial
Internacional (ISS) para intentar responder estas preguntas.
En esta aventura espacial
se encontró que la longitud de los telómeros no se ve tan alterada en la planta
Arabidopsis thaliana cultivada en el espacio como ocurre en los astronautas, lo
que convierte este hallazgo en algo particularmente notable. En cambio se
descubrió que la actividad de la enzima telomerasa fue extraordinariamente
elevada en las plantas cultivadas en el espacio, lo que condice con varios
estudios que demuestran que los telómeros de los mamíferos se extienden
enormemente cuando la actividad de la telomerasa está presente.
Estos resultados explican
lo ocurrido hace algunos años en el astronauta gemelo Scott Kelly que había
pasado casi un año (340 días) en la ISS, e incluso gracias a los
descubrimientos que alcanzamos se logran explicar algunos interrogantes más que
esperaban tener respuesta, como que en condiciones de microgravedad, las
células vegetales muestran una multitud de modificaciones organolépticas.
Las plantas serán muy necesarias
para los viajes espaciales de larga duración y la colonización de otros mundos,
pero se sabe poco sobre su adaptación a los vuelos espaciales, y la longitud de
los telómeros se está convirtiendo en un importante biomarcador de
supervivencia. En nuestro trabajo hemos examinado el impacto de los vuelos
espaciales en la dinámica de los telómeros en la planta Arabidopsis thaliana y los
comparamos con los estudios sobre astronautas.
En este caso la
homeostasis de la longitud de los telómeros no se vio alterada en las cultivadas
a bordo de la ISS, sin embargo, la oxidación del genoma y la abundancia de
plastidios fueron sustancialmente elevadas, lo que es compatible con el estrés
oxidativo. Pero inesperadamente, la actividad de la enzima telomerasa superó
nuestra espectativa, puesto que aumentó enormemente, más de 150 veces y, por lo
tanto, se desacopló del mantenimiento de los telómeros.
En cambio, los
experimentos paralelos simulados de microgravedad en Tierra no desencadenaron
la inducción de la telomerasa. Dado que los componentes de la telomerasa de los
mamíferos promueven la homeostasis mitocondrial, por lo que postulamos que los
vuelos espaciales provocan una función protectora redox para la telomerasa de
Arabidopsis. Esta característica, junto con la capacidad de las plantas para
mantener la longitud de los telómeros en el entorno extremo del espacio, puede
mejorar su sostenibilidad durante misiones de larga duración.
Los telómeros son
cubiertas protectoras en los extremos de los cromosomas eucarióticos. Los
tractos de ADN teloméricos son muy dinámicos, pero para cada especie se
establece un punto de ajuste de longitud óptimo. El mecanismo predominante para
el mantenimiento es a través de la telomerasa, una enzima cuya expresión se
limita en gran medida a las poblaciones de células. La longitud de los
telómeros está influenciada por una multitud de factores genéticos,
epigenéticos y ambientales. Los telómeros hiperalargados y críticamente
acortados son perjudiciales, por ejemplo, los mutantes de Arabidopsis con
telómeros cortos exhiben un tiempo de floración alterado y menos descendencia.
Por el contrario, las plantas con telómeros extendidos se someten a una
resección estocástica de los telómeros.
Estos eventos son más
frecuentes en ambientes secos, lo que implica que los telómeros ultralargos tal
vez sean más frágil en respuesta al estrés. Los telómeros que caen por debajo de
ciertos valores están sujetos a eventos de fusión de extremo a extremo que
conducen a la inestabilidad del genoma. En consecuencia, se cree que los
telómeros sirven como centinelas del estrés fisiológico y la exposición
ambiental, así como biomarcadores de la capacidad proliferativa y la esperanza
de vida.
Los factores ambientales
extremos que acompañan a los vuelos espaciales incluyen la microgravedad y las
radiaciones ionizantes. Los experimentos con plantas realizados durante el
vuelo espacial mostraron que las células soportan el daño del genoma,
desacoplamiento de la proliferación celular a partir del crecimiento celular,
alteraciones del ciclo celular, alteración de la biogénesis de los ribosomas y la
modificación del epigenoma.
La exposición a la
radiación, en particular, provoca una variedad de respuestas al estrés, desde
efectos estimulantes en dosis bajas (mejor germinación y crecimiento de las
semillas) hasta repercusiones nocivas (retraso en el desarrollo) en niveles
intermedios y efectos negativos pronunciados (muerte de las plantas) en dosis
altas. La gravedad de tales efectos difiere entre especies según la edad,
fisiología, morfología y estructura del genoma de la planta. Pero los
mecanismos subyacentes a las respuestas al estrés de las mismas inducidas por
los vuelos espaciales, la adaptación genómica a los entornos de los vuelos y la
viabilidad a largo plazo en diferentes escenarios de radiación espacial siguen
siendo poco conocidos.
La homeostasis y la
estabilidad del genoma se evaluaron en el conocido caso de los astronautas
gemelos Scott y Mark Kelly, junto con una cohorte de astronautas no relacionados
entre si, antes, durante y después de misiones de un año o menos de duración a
bordo de la ISS. En ese momento la investigadora de la Colorado State
University en Estados Unidos, que además fue la responsable del proyecto Twins
Study de la NASA, la Dra. Susan Bailey, descubrió que los telómeros se
alargaron significativamente durante los vuelos espaciales en todos los miembros
de las tripulaciones y en todas las muestras en vuelo analizadas,
independientemente de la duración de la misión o de los medios de medición.
La actividad elevada de la
telomerasa podría explicar el alargamiento de los telómeros, pero en su momento
el tiempo de tránsito inevitable y las condiciones de temperatura durante el
regreso de las muestras a la Tierra impidieron la evaluación directa de la
actividad de la telomerasa en las muestras de los astronautas.
Cual había sido la causa
de este fenómeno realmente no se sabía, y esa fue nuestra propuesta, porque
desde hacía algunos años venía proponiendo un mecanismo que en el caso de los
astronautas gemelos podia aplicarse, y ese mecanismo podia activar a la enzima
telomerasa y comprobar así que esa sería la causa del hecho. Tema que ya lo
había conversado tiempo antes con la Dra. María Blasco en Madrid, España y con
investigadores del Instituto karolinska en Estocolmo, Suecia, y todos se habían
manifestados interesados.
En este estudio, gracias al contacto que me hizo Susan
Bailey con la Dra Dorothy Shippen de la Texas A&M University, iniciamos una
investigación conjunta en la que también participaron otros investigaodroes
estadounidense como Borja Barbero Barcenilla, Sarah Wyatt y Alexander Meyers
entre otros, y con el apoyo de la NASA examinamos el impacto de los vuelos
espaciales en los telómeros, la telomerasa y el estrés oxidativo en plántulas
de Arabidopsis thaliana durante 12 días cultivadas en el hardware Veggie a
bordo de la ISS a mediados del año 2021..
Utilizamos placas adicionales
disponibles del vuelo espacial del proyecto APEX-07 de la NASA dirigido por la
Dra. Sarah Wyatt de la Ohio University, con controles terrestres establecidos
en el John F. Kennedy Space Center en Florida, en condiciones similares a los
vuelos espaciales. Porque las raíces y los brotes muestran diferente
susceptibilidad a las condiciones de estos vuelos. Analizamos por separado el
ADN o las proteínas de estos órganos de plantas tanto cultivadas en el espacio
como cultivadas en Tierra en una máquina de posicionamiento aleatorio (RPM) y
controles terrestres de 1 g (una gravedad terrestre). Para las muestras de
raíces, cada réplica biológica consistió en un conjunto de 5 a 6 raíces, pero no
encontramos cambios sustanciales en la longitud de los telómeros en las plantas
cultivadas en el espacio en comparación con los controles terrestres.
No pudimos realizar un experimento de curso temporal y no podimos
excluir la posibilidad de que los telómeros se alargaran o acortaran
transitoriamente durante el vuelo, y que finalmente restablecieran el punto de
ajuste. Sin embargo, nuestros hallazgos contrastan marcadamente con los
estudios de telómeros en astronautas y Caenorhabditis elegans, que es una
especie de nematodo de la familia Rhabditidae que mide aproximadamente 1 mm de
longitud y vive en ambientes templados, los cuales experimentan un alargamiento
neto sustancial de los telómeros durante los vuelos espaciales.
Cuando se trajeron las
muestras de regreso a la Tierra y se empezaron a hacer los estudios, tuvimos una
impactante sorpresa. Descubrimos que la telomerasa había aumentado
notablemente, aunque los telómeros no habían crecido significativamente,
porque, como suponíamos, los telómeros de dicha planta son mucho más
resistentes a los cambios que los telómeros humanos. Pero lo de la activación
de la telomerasa fue increíble, porque no esperábamos que fuese tanto. Scott
Kelly estuvo 340 días y las plantas menos de 30 días, pero lo mismo la
telomerasa había aumentado más de 150 veces lo esperado.
Las muestras que quedaron
en Tierra también sorprendieron, ya que en ninguna se produjo la activación de
la telomerasa, con lo cual pudimos probar que la enzima se activa en el espacio
por las variaciones de microgravedad y quizás por algún aporte de la radiación
también, y eso no ocurre en la Tierra. Estudios ómicos demuestran que los
vuelos espaciales provocan aumentos significativos del estrés oxidativo, que
puede manifestarse como alteraciones en la morfología de los orgánulos y aumento
de mitocondrias, vacuolas y amiloplastos. También es importante aclarar que no
hubo inducción de la actividad de la telomerasa entre las muestras de raíces de
plántulas cultivadas con RPM en comparación con los controles de 1 g.
Todo esto quiere decir que
saliendo de la influencia de la gravedad terrestre, la posibilidad de que los
telómeros crezcan aumenta de manera considerable porque la telomerasa se activa
fuertemente, y esto es un punto a favor en todo lo que vendrá de aquí a futuro
en los viajes espaciales de larga duración.
Lo que si sospechamos es que
el desacoplamiento de la actividad de la telomerasa de la extensión de los
telómeros en Arabidopsis cultivada en el espacio se desencadena por la
exposición crónica a la radiación
espacial y el elevado daño oxidativo que sigue. El aumento de la actividad de
la telomerasa está bien documentado en pacientes con cáncer que reciben
tratamientos con radiación ionizante y por lo tanto puede ser que contribuya al
alargamiento de los telómeros en los astronautas. En particular, en comparación
con Arabidopsis en vuelos espaciales, el aumento de la actividad de la
telomerasa en células humanas irradiadas es mucho menor (de dos a 10 veces)
dependiendo de la dosis de radiación y el tipo de célula. Nuestra hipótesis es
que el exceso de telomerasa generado durante el vuelo espacial en Arabidopsis
thaliana se utiliza para mitigar el impacto de las especies reactivas del
oxígeno (ROS) elevadas. La exposición a la radiación es uno de los muchos
ataques ambientales que aumentan las ROS intracelulares en las plantas. Además, estudios recientes
en mamíferos revelan que tanto la telomerasa transcriptasa inversa (TERT) como la
subunidad TR se acumulan en las mitocondrias en respuesta al estrés oxidativo
y, al menos para TERT, desempeñan
funciones esenciales en la promoción de la integridad del genoma mitocondrial o
ADN mitocondrial (ADNmt) y la función organelar, y en la reducción del daño
oxidativo. Aunque la relación entre la telomerasa y la homeostasis de ROS es
menos clara en las plantas, observamos que Arabidopsis, al igual que sus
homólogos vertebrados, lleva una señal de localización mitocondrial.
Nuestros datos se suman a
la creciente evidencia de que las plantas mantienen la homeostasis de la
longitud de los telómeros frente a innumerables factores estresantes
ambientales. La arquitectura de los telómeros de las plantas, con solo un
extremo de cada cromosoma accesible a la telomerasa o a los eventos de
procesamiento terminal en cada ciclo celular, puede hacerlos más resistentes al
estrés que los telómeros de los mamíferos. Independientemente del mecanismo,
las notables adaptaciones de las plantas para preservar sus telómeros en
entornos adversos, junto con su capacidad para gestionar el estrés oxidativo a
través de reacciones de alta energía involucradas en la fotosíntesis, pueden no
sólo promover su supervivencia en condiciones ambientales en constante cambio
aquí en la Tierra, sino también a través de las tensiones extremas impuestas
por la colonización espacial.
Finalmente, es bueno
comentar que los tratamientos de microgravedad simulados en Tierra se llevaron
a cabo, como ya comenté, en las Instalaciones de Apoyo a la Simulación de
Microgravedad de la NASA en el John F. Kennedy Space Center en Florida. Se
utilizaron RPM (Airbus Defence and Space, Países Bajos) para simular la
microgravedad y se realizaron controles de 1 g en condiciones estáticas.
Los parámetros ambientales
(luz, temperatura y CO2) se compararon con las condiciones de Veggie en la ISS.
La instalación de las placas, el crecimiento, la cosecha y el envío siguieron
los procedimientos de las plántulas cultivadas en la ISS. Las placas se
estratificaron durante 5 días en la oscuridad a 4°C y luego se colocaron en RPM
o en una configuración de control de 1 g. Las plántulas se cultivaron bajo un
ciclo de luz de 16 h/8 h durante 12 días. Las membranas de las semillas se
retiraron de las placas, se colocaron en la Placa de Petri, se envolvieron en
papel de aluminio, se colocaron en una bolsa fría a -130°C, se almacenaron a
-80°C y luego se enviaron en hielo seco.
Lo fascinante de este descubrimiento son
las implicancias que puede tener no solo para los
futuros viajes
interplanetarios, sino también para el tratamiento del cáncer. Si la telomerasa
se
activa una determinada
cantidad produce en cada división celular un crecimiento telomérico, es decir,
un
rejuvenecimiento. Pero si
se activase un poquito más, eso provocaría una división celular descontrolada
por lo tanto generaría un
tumor. Con este descubrimiento estamos entendiendo de alguna manera uno
de los secretos de la vida
que pueden desembocar en cosas importantísimas, porque si entendemos
perfectamente ese límite y
podemos manejarlo, sería algo muy interesante para los futuros tratamientos
de cáncer además de la
importancia para los viajes espaciales de larga duración.
Borja Barbero Barcenilla,
Alexander D. Meyers, Claudia Castillo-González, Pierce Young, Ji-
Hee Min, Jiarui Song,
Chinmay Phadke, Eric Land, Emma Canaday, Imara Y. Perera, Susan M.
Bailey, Roberto Aquilano,
Sarah E. Wyatt and Dorothy E. Shippen. Arabidopsis telomerase
takes off by uncoupling
enzyme activity from telomere length maintenance in space. Nature
Communications 14, 7854
(2023)
https://www.nature.com/articles/s41467-023-41510-4
Libro:
“Y el gen despertó”
(autor: Roberto Aquilano, Prólogo: Daniel Portnoy). Laborde Editor, Rosario,
ISBN 978-987-677-460-4
(2023)
Comentarios
Publicar un comentario